Lo pequeño del féretro no hace menos el inmenso dolor, ese que invade el ambiente.
Lo pequeño del féretro tampoco logra que éste se pierda en medio de las grandes banderas estadounidenses que le rodean.
Lo pequeño del féretro, por el contrario, lo es todo…
Y es que en éste, color blanco, están los restos de Leobardo López Pascual.
Están los restos de quien fuera un migrante que un día partió de San Pablo Anicano con la esperanza de una vida mejor.
Sí, de aquel que el 11 de septiembre de 2001 salió a trabajar al piso 107 de las Torres Gemelas de Nueva York, sin saber lo que el destino le deparaba.
Del hombre que murió en el ataque terrorista que cimbró a la nación estadounidense.
*****
Los restos de Leobardo López llegaron a las 3 de la mañana de este martes.
Su familia, toda, los esperaba ya con un altar donde banderas estadounidenses tenían un gran crespón negro al centro.
Su madre, Ana Pascual, quien más pidió por que se diera un milagro y se identificara a su hijo, tiene ahora una tumba donde orar.
En la humilde vivienda, como tantas otras hay en la mixteca poblana, la mujer toma entre sus manos una fotografía de su hijo y se la lleva al pecho.
Y junto con el resto de sus parientes, ora por Leobardo.
*****
San Pablo Anicano es un municipio enclavado en la mixteca, una región árida, donde el empleo escasea.
La pobreza es una constante que empuja a los habitantes de distintas comunidades a partir al vecino país del norte y enviar algunos dólares que permitan subsistir a quienes aquí se quedan.
Leobardo López no fue la excepción.
Como muchos otros un día decidió cruzar el río Bravo y encontrar empleo.
Y sí, lo halló como mesero de un restaurante en el piso 107 de las Torres Gemelas.
Por ello, el 11 de septiembre fue una de las víctimas de los ataques terroristas.
El, junto con otra decena de migrantes mexicanos perdió la vida.
Y fue el primero de éstos cuyos restos pudieron ser identificados tras realizársele pruebas de ADN.
Hoy, ya está en su pueblo… con su familia.
fin