Ayer fue un día común y corriente ante la falta de información novedosa, sin embargo, por el movimiento que había en la calle 5 poniente desde muy temprano, todo parecía indicar que habría un gran evento en el Palacio Legislativo, calificado por un panista como: “La capilla de la democracia”.
Bueno, no fue un día tan común en el Congreso local. De los 41 diputados, 40 estaban al inicio de la sesión ordinaria donde compareció el gobernador Melquiades Morales Flores, un hecho casi inédito.
Excepto, para no perder la tradición de la LV Legislatura, Gustavo Díaz Ordaz Castañón, quien llegó con casi tres horas de retraso en estado de ebriedad y bajo la justificación que había tenido un accidente automovilístico en la avenida Juárez.
Su atrevimiento, quizá, fue una de las cosas que más destacó en un acto donde la postura crítica y el espíritu combativo de los legisladores estuvo de vacaciones, pese a que el año pasado, en Puebla se hablaba en todas partes de que había un hoyo financiero superior a los 3 mil millones de pesos, sumando a que el estado ocupó un honroso primer lugar: el de la entidad más corrupta, pero de eso, nadie se acordó.
Todos los representantes del pueblo, quienes perciben mensualmente 58 mil pesos, según cifras oficiales, sufrieron de amnesia y optaron por aplicar una frase de Voltaire: “Es mejor exponerse a absolver a un culpable, que condenar a un inocente”.
Así, con la certeza de que todos los legisladores estaban vacunados con la crítica, el Ejecutivo estatal entró al recinto Legislativo minutos antes de las 11 de la mañana, donde le esperaban ya, los 14 funcionarios estatales que integran su gabinete, quienes escucharon atentos cada una de las palabras de su jefe, que han de saber de memoria.
A su llegada, habitantes de los municipios de Tetela de Ocampo y San Salvador El Seco intentaron tender un manta en la parte alta del Congreso, pero personal de seguridad de la LV Legislatura pretendió bloquearlos. Las señoras, para llamar la atención del mandatario gritaban desesperadas: Auxilio, auxilio.
Morales Flores, respetando su estilo, ordenó que los dejaran tender sus mantas y mandó a llamar a una comisión para que dialogara con el secretario de Gobernación, Carlos Arredondo Contreras, tras asegurar que no habría represalias.
Adentro del pleno, ya lo esperaban legisladores, personal de su administración y uno que otro curioso, además de los perdidos, quienes abarrotaron las galerías del Congreso, donde su esposa, Socorro Alfaro de Morales lo escuchó y de paso recibió el reconocimiento de dos diputados, quienes elogiaron el programa de Desayunos Calientes, surgido de Puebla para otras entidades del país.
Pero, a diferencia de otras ocasiones cuando hay comparecencias en el Congreso, no hubo ni mantas, ni cartulinas, ni aplausos de apoyo para el mandatario. Eso sí, paleros hubo de sobra y de todos colores y sabores.
Al tomar el micrófono el primer priista del estado, con el rostro serio, pero haciendo gala de su estilo, recordó que en su juventud, cuando estudiaba la carrera de Derecho, aprendió más de una teoría sobre la importancia de la independencia de los poderes, por lo que entiende la importancia que tiene para que una sociedad mantenga el equilibrio. De paso, recordó sus años como legislador local, donde todos los diputados eran priistas.
Justificando, en parte, que no es “el gran legislador”, pese a que la mayoría de las iniciativas aprobadas por la LV Legislatura, son las enviadas por él, mientras que el resto, permanecen en la congeladora.
A diferencia de otras ocasiones, los diputados presentes escuchaban atentos, en silencio, sin pararse de sus lugares; sin cuchichear o platicar con el de junto; sin contestar los celulares y chatear por las computadoras personales.
Esta vez, las chamarras y los pantalones de vestir se quedaron en casa, todos, incluso el personal que labora en el Congreso, lucían trajes de vestir y estilos sastre.
De forma, todo cambio, de fondo…
Así, ante un respeto absoluto, Morales Flores, serio, sin sentirse en confianza al estar en casa ajena, escuchó las preguntas, que previamente le enviaron los diputados, a las que por ende, sin problema alguno respondió.
Atrás de la tribuna, donde el gobernador respondía parcialmente los cuestionamientos poco profundos de los legisladores que en gran parte reflejaron de qué está hecho cada uno de ellos, estaban los secretarios, escuchando atentos las interrogantes, que en su momento se repetirán cuando uno a uno rinda su informe.
Así, sin pena ni gloria transcurrió la comparecencia del gobernador, la cual, fue presumida por los legisladores, sobretodo por los priistas como una acto “democrático, republicano e inédito”, quienes agradecieron que el gobernador fuera al Congreso a informarles sobre cosas que ya deberían saber, por el hecho de que eran públicas desde hace varios meses.
Los menos de los ahí presentes preguntaban, ¿y sus asesores?, ¿Por qué preguntar cosas obvias? La respuesta, al igual que la pregunta, era también, por demás obvia.
A su salida del pleno del Congreso, los legisladores como es su costumbre, elogiaron el trabajo del primer priista del estado, le llovieron los abrazos y las felicitaciones no sólo de los simpatizantes de su partido.
Por su parte, el presidente de la mesa ordenó un receso y al regresar, todo fue igual. Más de 15 diputados habían abandona su curul, otros ya tenían cosas más interesantes que comentar por teléfono que el escuchar a sus compañeros que subieron a tribuna, a final de cuentas, con ellos no tienen que quedar bien.
Y no podrían desaprovechar la ocasión de que la sesión estaba siendo trasmitida por televisión y radio a través del Sistema de Información y Comunicación del gobierno del estado (Sicom).
Así, el diputado Carlos Meza Viveros subió a la tribuna para demostrar que él sí sabe de lenguaje y entiende de cosas complicadas a diferencia del panista Roberto Grajales, quien pidió la intervención del gobernador para resolver el conflicto limítrofe entre los municipios de Puebla y San Andrés Cholula.
El priista lo tildó de ignorante al insistir en un tema que ya está resuelto, lo exhortó a dejar atrás las actitudes anodinas, momento en que le dijo, tomara nota para que más tarde buscara el significado de la palabra.
Destacó que si no recibió una respuesta del gobernador, es porque un refrán versa que “a aullidos de marrano, oídos de matancero”.
Concluido su mensaje al panista, por extraño que parezca, lo exhortó a que realicen un “debate de altura”. La respuesta fue inmediata, pero mesurada: “Ahora entiendo por qué no recibí una respuesta del gobernador…entiendo que la postura se producto del ofuscamiento, pero ¿cómo pedir que no se descalifique cuando se sube a la tribuna a hacerlo?”.
Y así, entre omisiones, elogios, felicitaciones y demás expresiones positivas, se llevó a cabo una sesión del Congreso que se antojaba interesante, pero…los poblanos juzgarán, hay que recordar que peca igual el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata.