in más rodeos: es un botón capaz de detonar el orgasmo y la eyaculación, sin necesidad de un contacto directo con los genitales. Hasta ahí todo suena fascinante. El problema, es la ubicación.
Se le llama Punto P, porque está situado en la próstata; un órgano glandular masculino con forma de almendra. La próstata se encuentra situada inmediatamente debajo de la vejiga y entre sus funciones está producir fluido seminal.
Hay dos formas de activar el Punto P. Una, buscándolo por encima de la piel. Podrá ubicársele en la zona del perineo, que va del ano hasta la región donde comienzan los testículos. Hay que empezar frotando suavemente, aumentando la intensidad y ajustando la posición conforme a la respuesta.
La otra vía de estimulación del Punto P, suele poner en aprietos a la masculinidad. Se requiere introducir uno o dos dedos por el ano, hasta hacer contacto con la pared posterior (si el caballero se encuentra boca arriba). Al frotar en ese punto, podrá palparse fácilmente la ya mencionada “forma del almendra”. Al comenzar a frotarla suavemente se pondrá dura y aumentará su tamaño. Una adecuada fricción producirá un potente orgasmo.
A nadie podría juzgársele por no querer intentarlo. Sin embargo, la recompensa ofrecida puede tentar a cualquiera. A todo aquel que decida asumirlo como una aventura riesgosa, le serviría enterarse que el gusto por la exploración anal no modifica la orientación sexual.
Y aquí un tip para mujeres. Nadie puede motivar mejor a un hombre para jugar en esa zona de placer extremo, que su pareja. La persuasión femenina puede ayudar a que un caballero haga a un lado sus inhibiciones, para ir en busca de este paraíso sexual.
Y una más para damas: la exquisitez de la caricia femenina, es ideal para estimular adecuadamente la próstata. Empiecen proporcionando a sus hombres una adecuada lubricación. Comiencen acariciando suavemente y vayan haciendo esa caricia cada vez más profunda, hasta topar con la famosa protuberancia que se siente como almendra. Estén atentas a las respuestas del caballero, para ir regulando la fricción. El juego termina en que él experimenta un éxtasis imposible de describir.
Jamás resultará fácil cambiar perspectivas cuya vigencia viene de siglos. Habrá quienes se atrevan a la primera; y habrá también a quienes nunca los venza la tentación. Son definiciones personales, ambas muy respetables.