Detrás de un millonario extravagante, hay un deseo secreto por prolongar su vida, incluso más allá de la muerte.
Desde 1860 y hasta la fecha, la creación de una Fundación de Beneficencia Privada encierra secretos ocultos.
Ocurrió cuando Guillermo Jenkins, igual que otros filántropos, plasmaron como última voluntad el deseo de que sus fortunas sirvieran para una causa social.
Casos como el de Jenkins o Gabriel Pastor se repiten en personajes con fortunas que superan los miles de millones de pesos y que al ver acercarse el final de sus vidas deciden dedicar su dinero a obras de beneficencia aunque pocas veces se cumple su decisión.
Como resultado de una historia, de una vida o simplemente como un recurso para poder manejar el dinero libremente, las fundaciones hoy en día desvirtúan su fin principal: la beneficencia.
De acuerdo con los registros de la Junta para la Vigilancia de las Instituciones de Beneficencia Privada de Puebla que preside, Amado Llaguno Mayaudón, en la entidad hay más de 50 asociaciones de este tipo.
De hecho, la primera Fundación inscrita en el Registro Público de la Propiedad es la Sociedad de Beneficencia Española el 21 de Octubre de 1860.
El acta constitutiva establece que se debe crear una Casa de Salud que permita garantizar la atención médica para la comunidad española que radica en Puebla y especialmente apoyar a los necesitados y enfermos, incluso se considera la aportación de un "socorro mensual" para los pobres y se obliga a dar sepultura a quienes pierdan la vida en la entidad y carecen de dinero.
El mismo Registro Público de la Propiedad deja a la luz aquellos intentos de Fundaciones que con el paso del tiempo desaparecieron, se transformaron o simplemente se olvidaron de sus propios fines.
Cuenta la historia, plasmada en una de esas hojas maltratadas del libro de Fundaciones que permanece en el Archivo del Estado, que un 3 de julio de 1904 personajes como Adrián Reynald y Eduardo Chainsc fueron promotores, testigos y responsables de la creación de la Sociedad de Beneficencia Francesa, Belga y Suiza, cuyo objetivo es dar ayuda a los necesitados y crear un fondo de beneficio para la comunidad de esas nacionalidades además de crear una casa de salud y mantener el panteón que ya existía.
La creación de una fundación tiene varios motivos.
Una historia familiar, una anécdota, una compensación a la conciencia.
Charles Everett, es un caso para escudriñar.
En 1918, el integrante de una misión médico religiosa de norteamericanos adquirió la casa 302 de la calle 15 sur.
El objetivo era claro, debían construir un hospital, para ello constituyeron una Fundación, la fundación "Hospital Latino Americano".
Y mientras sus miembros trabajaban en su proyecto, otras instituciones se registraban oficialmente.
La Sociedad Española de Beneficencia Pública quedó registrada oficialmente el 4 de diciembre de 1929 y a partir de ese momento aparece un nombre que se repetirá a lo largo de la historia de las Fundaciones, el del Notario Nicolás Vázquez.
La Junta de Beneficencia Privada "Casa de Regeneración", forma parte de la lista luego de que sus promotoras Refugio Morales de Alonso, Teresa Mora de Diez y Fausta Ibarra viuda de Romay realizaran los trámites para poder registrar su fundación.
Un 9 de agosto de 1932, Nicolás Vázquez, en su papel de Notario Público tramitó y avaló la creación de la Fundación "Guadalupe Cortés".
Resulta que en su testamento fechado el 1 de Septiembre se dejó establecido un fondo para la adquisición y dotación permanente de medicinas para el hospital que -se ordenó en el documento- se debía construir en San Andrés Chalchicomula.
En los registros quedó el nombramiento de Cristóbal Couttolenc y Molina como albacea, obligado a dar cumplimiento a la última voluntad de Guadalupe Cortés.
La lista es muy larga.
Fundación "Carmen Osorio viuda de Conde", la "Liga de Voluntarios del Servicio Social; la Casa de Cuna "Palafox y Mendoza", la "Fundación Rotaria de Beneficencia", donde por cierto vuelve a aparecer la figura del notario Nicolás Vázquez.
De hospital a hotel...
Pero el caso del hospital Latino Americano repite la utopía.
Luego de que se iniciara el sueño de Charles Everett, el Hospital Latino Americano quedó a nombre del doctor Samuel Bryant; sin embargo, para 1933 fue donado a la institución "Salud y Cultura A.C." con sede en Monterrey.
Para avanzar en el proyecto se constituyó una fundación dependiente de la Fundación Mary Street Jenkins.
La decisión de William Jenkins fue que junto con el patronato anterior se trabajara en la construcción de un gran hospital para beneficio de la ciudad y de cualquier habitante del país o del extranjero.
Todos los bienes muebles, instrumentos, aparatos y todo lo necesario para el funcionamiento del hospital serían donados por la fundación Jenkins, que además, quedaba obligada a proporcionar todas las cantidades de dinero necesario para el sostenimiento del hospital.
De acuerdo con lo establecido, se inició la construcción del nosocomio, justo cuando corría el año 959.
Las obras iban avanzadas cuando, en 1963, se decidió suspender el proyecto a raíz de la muerte de William Jenkins.
Los años pasaron y tras dos décadas de abandono, el sueño de un grupo de médicos, adoptado por el filántropo Jenkins se convirtió en un hotel.
Para 1980 en la sede del Hospital Latino Americano se instaló el hotel Misión de Puebla.
El 4 de marzo de 1982 el antiguo hospital fue cedido a la Fundación Jenkins, que a su vez, lo dona a la Secretaría de Salubridad y Asistencia en abril de ese año.
Para marzo de 1985, por órdenes del patronato, la fundación Hospital Latino Americano quedó disuelta.
Todos los bienes con los que ya contaba fueron entregados a Salubridad.
Y a menos de 20 años de distancia, el hospital Latino Americano, sigue siendo letra muerta.
De fundaciones está lleno...
El 28 de julio de 1951 quedó registrada la Casa Hogar "Mariana Sopp para la Preservación y Regeneración de la Mujer"; la fundación "Enrique García Cano" que se creó para distribuir los recursos del millonario con ayudas mensuales para colegios.
Y un caso especial es el de la Fundación "Gabriel Pastor", que fue registrada el 16 de Noviembre de 1941 con el objetivo de impulsar la construcción de una casa hogar para los ancianos desvalidos, el mismo Nicolás Vázquez fungió como Notario Público.
Pero la lista no queda ahí.
De hecho, es a partir de ese momento que la aparición de fundaciones, con diferentes fines, se vuelve una constante.
Surgió por ejemplo, la Fundación Leonística de Beneficencia con el objetivo de construir y operar una escuela para ciegos, con la garantía de brindar manutención, vestido y casa a los estudiantes.
Otra fue el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús o incluso se autorizó el funcionamiento de la fundación "Refugio Morales Conde" cuyo fin fue el de otorgar préstamos hipotecarios.
Las fundaciones "De La Cruz" y "Luis de Haro y Tamariz", conocida como antigua Casa de Maternidad.
Y en la lista no puede faltar el 18 de octubre de 1954 ante el licenciado Guillermo G. Carrasco, y el Notario Público Nicolás Vázquez, la creación de la Fundación "Mary Street Jenkins", propuesta e impulsada por William Oscar Jenkins, aunque no fue la única institución de beneficencia que creó el millonario.
Luego de que quedara registrada la fundación "Hernández Villar", los Jenkins crearon la fundación "Club Alpha de Puebla".
La Fundación Rotaria de Rehabilitación "Rómulo O´farril" y el Patronato para la Enseñanza Práctica de Oficios, la Fundación del Colegio Americano, la Río y claro, la fundación Amparo iniciada el 22 de agosto de 1979 y registrada a partir del 7 de abril del mismo año.
De acuerdo con los registros nacionales, en Puebla aparecen fundaciones importantes de beneficencia privada como la Fundación "Joe Homan Ipanti", "Juconi", "Cáritas de Puebla".
Sin embargo, en la larga lista de instituciones de beneficencia privada que se incrementa día con día aparecen diferentes motivos, funciones y objetivos, lo que hasta la fecha no termina de aclararse es el modo de operar.
Los vacíos que la ley no termina por cubrir ocultan irregularidades financieras que permanecen en la impunidad.
Aunque uno de los puntos que establece la Ley en la materia considera que anualmente todas las instituciones de beneficencia deben entregar un reporte financiero a la Junta para la Vigilancia, lo cierto es que no existe ningún mecanismo que obligue a este tipo de fundaciones a rendir cuentas y sobre todo a cumplir con los testamentos o sus actas constitutivas propias.
De esa forma, los manejos que hace cada fundación de sus recursos propios, donaciones y propiedades permanece en el más absoluto secreto.