23/Febrero/2006
Mónica Camacho

Juan Nakad Bayeh perdió la concesión del taller de maquila en el Cereso de San Miguel —después de poseerla 17 años y trabajar la mezclilla de Kamel Nacif Borge—, por desviar su fin educativo y convertirse en un negocio rentable, informó el director general de Ceresos, Aldo Enrique Cruz Pérez.

Aunque las autoridades sostuvieron que Nakad Bayeh fue notificado ayer sobre la cancelación de su concesión, sus 14 máquinas de coser salieron del reclusorio desde el fin de semana pasado, después de determinar los términos de su salida.

Cruz Pérez enfatizó que con esta remoción comprueban que el único que “manda” en el reclusorio es el director del mismo, Heriberto Galindo Hernández, y no Juan Nakad, quien —según las grabaciones entre el gobernador Mario Marín Torres y “El Rey de la Mezclilla”— era mensajero de la juez que ordenó la aprehensión de la periodista Lydia Cacho Ribeiro y las autoridades del penal.

Informó que la concesión del taller cambiará de dueño pero que las tres propuestas que existen no serán licitadas, porque “no será necesario”.

— ¿Entonces cómo garantizar que la opción que se elija será la mejor?
—No se necesita una licitación —insistió Cruz Pérez sin dar justificación.

Todo empresario que desee incorporar un taller de maquila dentro del penal sólo deberá indicar cuantos trabajadores necesita para que las autoridades de la Dirección General determinen si es viable el proyecto o no, aseguró el director técnico de los Ceresos, Filiberto López Zavala.

No obstante, para ya no “propiciar ninguna especulación ahora tenemos a empresarios muy serios” aseguró Cruz Pérez y los que se incorporen “deberán probar su solvencia moral”.

“Nakad era funcional”
En rueda de prensa organizada en las instalaciones del Cereso de San Miguel, Cruz Pérez excusó la situación laboral de los 21 ex trabajadores de Juan Nakad al decir que los internos no gastan en servicio médico, comida ni hospedaje y que las normas en esta relación obrero patronal no las especifica la ley.

Durante casi dos décadas, los reos que empleó Juan Nakad percibieron al día 20 pesos —a pesar de que el salario mínimo es de 45 pesos— por jornadas de 16 horas —cuando la Ley Federal de Trabajo establece como mínimo 8 horas—.

Además de los bajos sueldos, los servicios de agua potable y luz eléctrica eran gratuitos, por lo que Nakad Bayeh obtenía ganancias extras de 100%, pues por la confección de cada pantalón invertía cerca de 30 pesos, cuando la realización del mismo en un parque industrial requiere el doble.

A pesar de todo, Cruz Pérez, Galindo Hernández y el encargado de las concesiones que operan en todos los reclusorios del estado, Filiberto López Zavala, negaron conocer la situación laboral del taller.

Aunque las autoridades del penal sostuvieron que realizan inspecciones continuas en su interior, ni el director general de Ceresos ni el del penal de San Miguel pudieron explicar porqué Juan Nakad logró mantener la concesión por casi dos décadas.
—Yo creo que fue porque era funcional —consideró Filiberto López.

“A raíz de la polémica que surgió en los medios”, Cruz Pérez comenzó una investigación en la que encontraron que sólo el encargado del taller y los supervisores obtenían un sueldo superior a los 400 pesos, mientras la mayoría de los obreros percibían 200.

Sin embargo, fueron los presos quienes, al ser consultados por este medio, indicaron que el salario iba de los 80 a los 120 pesos a la semana.

Entre los posibles propietarios del taller de maquila se encuentra Nicolás Tepuatzin, quien tienen una concesión similar en el penal de Tepexi de Rodríguez y a decir de Cruz Pérez, es un empresario distinguido.